miércoles, 30 de mayo de 2007

Valores


Calle arriba, en la zona vieja, detrás de donde se ha instalado el nuevo Centro de Arte, hay una casa-palacio abandonada en la que habitan dos familias: una marroquí y otra rumana.
La familia marroquí, la primera en ocupar la casa y más numerosa, vive en la planta principal y la rumana en la planta baja, que a la vez es zona común para la cocina y el aseo. A las dos familias, a pesar de sus diferencias culturales, las une una misma situación socio-económica que las ha llevado a compartir solidariamente este espacio para poder afrontar el presente y tener un futuro mejor. Estas dos familias han demostrado al barrio que la integración es posible en situaciones de igualdad, y han recordado que valores como la solidaridad las hacen posible.

La familia marroquí, compuesta por seis miembros, tiene una hija llamada Fátima, que está haciendo realidad uno de sus sueños: estudiar un módulo de FP. Sus padres no estaban muy de acuerdo, pero su decisión y brillantez, así como una visión más amplia propiciada por la presencia de la familia rumana, han acabado convenciendo a sus padres.

Fátima, también es una asidua el Centro de Arte, a él acude a realizar algún taller gratuito, y los monitores comentan que se le da muy bien, que tiene maneras… Ella, además de técnica, posee muchos de los valores del mundo del arte: los que ha aprendido en el Centro y los que ha aprendido en su casa-palacio.

14 comentarios:

Antígona dijo...

Me ha encantado leer esta historia real, Marc. Me quito el sombrero ante ambas familias que, como bien dices, no sólo son un claro ejemplo de solidaridad ante la adversidad sino que, por lo que parece, están siendo capaces, gracias a la convivencia, de ayudarse e influirse mutuamente de manera tan positiva. Toda mi admiración para ellos, y todo mi rechazo para los que constantemente hacen gala de prejuicios contra los inmigrantes que sólo los descalifican a ellos mismos y a su intolerancia.

Un beso, Marc!

MALEFICABOVARI dijo...

Tendríamos tanto que aprender de ellos, de su valor, de su adaptación a nuestro país, de sus miedos ante esta, de su actitud.... sí, y pensar que luego entre los españolitos nos llevamos de culo, y que aquí impera el deporte de la envidia... me alegro mucho de que ellos sí sepan convivir, y en esa situación extrema, tenga su armonía... dice tanto de ellos...
Espero que Fátima haga realidad sus sueños pronto, y que tu lo veas, y nos lo cuentes.
Un besazo, Marc, eres tan remajo...

Marc dijo...

Antígona: Casos como éste no suelen ser noticia y por eso creo que conviene conocerlo.

Un beso.

Male, es cierto, nosotros también tenemos que aprender de ellos, y en algunas cosas mucho.

Otro beso.

Irene dijo...

No tengo muchas ganas de escribir hoy pero leerte te leo. Me gustó esta historia real sobre estos inmigrantes.
Besos

Lara dijo...

Ejemplo de convivencia que todos debíamos tener presente. Como bien dices, estas historias no son noticia. Gracias por compartirla.
Un besazo.

Marc dijo...

Irene, gracias por tus palabras.
Un beso
----
Lara, gracias a ti.
Otro besazo.

Audrey dijo...

Vaya suerte de vecinos, haces bien en contarnóslo... No hay nada como valorar el entorno con cariño y una sonrisa...

Anónimo dijo...

Hola Marc, llego desde el laberinto del lagarto.

Me ha gustado mucho tu post, soy una idealista y me gusta creer que con tiempo y voluntad la integración será una realidad. Éste es un buen comienzo.

Un saludo.

Marc dijo...

Audrey, claro, la percepción de las casas empieza en nosotros.
----
Me alegro de tu visita. Es fantástico lo que dices.

Otro saludo.

Dr.Mikel dijo...

Pues cuanto me alegro por estas personas.
Hace varias semanas yo ponia de ejemplo de integracion interracial al Barrio del Perpetuo Socorro de Huesca, donde conviven arabes, subsaharaianos, sudamericanos, antiguos moradores de paises del este y gitanos.
Pues bien, este fin de semana mis buenos augurios se transformaron en una reyerta donde 300 gitanos se enfrentaron por no se que conflicto con dos chicos sudamericanos.

Marc dijo...

Sí, muchas veces es un aquilibrio inestable; la más mínima chispa puede encender el polvorín.

Esperemos que con políticas adecuadas sea posible su integración.

Un saludo, Mikel.

Anónimo dijo...

me ha emocionado esta historia

Marc dijo...

Me alegra, Ángela.

Por cierto, pincho tu enlace para devolverte la visita y me voy a Youtube...

Irene dijo...

Marc, al final dejaré abierto el blog.
Besos